¡Hola a todos/as! :)
Hacía bastante que no pasaba por aquí, de hecho hacía bastante que no escribía. Pero ayer eché de menos mi rincón, vine a echar un vistazo y me encontré nada más y nada menos con un premio. ¡Guau!
Desde luego fue una gran bienvenida, y desde aqui le doy las gracias a Lola, de http://verdaderoamor-one-love.blogspot.com/
Siento no haberte dejado ningún comentario, Lola, pero levo intentándolo unos quince minutos y mi ordenador se niega a hacerlo, aun no tengo ni idea de por qué ^^'
Hoy no tengo tiempo, pero la próxima semana publicaré el premio con sus correspondientes normas.
Gracias a todos por seguir viniendo por aquí, espero traeros muchos textos nuevos de aquí en adelante. Trataré de compincharme de nuevo con mis musas, que ganas no me faltan ;)
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Me acuerdo como si fuera ayer. Tú viniste sonriente, con la baraja de cartas en la mano y a mí se me escapó un suspiro
- ¿Otra vez, Héctor?
Te reíste, me diste un beso en los labios y te sentaste en la silla de en frente. Yo sonreí también y aparté el café mientras te ponías a escribir en una carta sin dejarme verla. No me equivocaba; ibas a hacer el mismo truco de siempre.
Me harías escoger una carta, me dirías que no la olvidara por nada del mundo y yo te diría "si me miras con esos ojos me desconcentrarás y la olvidaré". Después yo metería la carta entre las demás de nuevo, tú barajarías y extenderías todas las cartas sobre la mesa, boca abajo, todas menos una.
- Dime cuándo quieres que pare -. Dijiste mientras tirabas poco a poco algunas cartas sobre la mesa.
- Ya -. dije yo cuando llegaste al dos de corazones.
Como me esperaba, me hiciste mirar la carta durante un buen rato, para que no se me olvidara por nada del mundo. Cuando te diste por satisfecho metí mi carta en la baraja.
Cumpliendo mis expectativas, extendiste las cartas en frente de mí, dejando una boca arriba, pero como de costumbre esa no era mi carta.
- Mira esa, la que está levantada, ¿es esa tu carta?
- Qué tonto eres... sabes que no.
- Seguro que lo que pasa es que no te acuerdas bien, a ver si va a ser verdad que después de tantos años todavía soy capaz de desconcentrarte.
Lo que más me gustaba de todo no eran tus trucos, a pesar de que aun sabiéndomelos de memoria me hacían reír, si no que tuvieras razón: después de tanto tiempo nuestra complicidad seguía intacta y todavía me desconcentrabas cuando hacías cosas como acariciarme la nuca.
Sabía lo que venía a continuación, tú cogerías la carta que había quedado boca arriba, le darías la vuelta y en el reverso se leería
dos de corazones. Cuántas veces habrías hecho ese truco durante los últimos años, ¿mil? ¿dos mil?
- Levanta la carta, Amanda.
Hice lo que me pedías, planeando hacerme la sorprendida, pero mi plan resultó innecesario. Esta vez en el reverso se leía
¿Quieres casarte conmigo?
Aquel truco no era más que un truco... pero lo que yo sentí en ese momento fue mágico, te hablo de magia de verdad.