miércoles, 22 de junio de 2011

Más gatas estrellas y menos Gata Luna

¡Hola! :) Vengo a hablaros de Gato.

Para los que no recordéis bien quién es y sobretodo para aquellos que aun no le conocen, puedo presentároslo aquí:
http://thechelseadaggerney.blogspot.com/2011/02/otro-pais-otra-ciudad-otra-vida.html


Gato se ha cansado de perseguirla por las esquinas se sus recuerdos, de esperarla lamiéndose las heridas.

Se ha cansado de toparse con el reflejo de su bohemia rota en cada charco, y, con un maullido, pone fin al tiempo de la constante luna nueva y se dirige a las estrellas, a ver si alguna le guiña un ojo. A ver si, con suerte, le devuelven el ronroneo, le dan un cabezazo gatuno de esos tan agradables y se frotan contra sus penas hasta que salga el sol.

Esta noche, Gato busca sardinas con travesura pero sin espinas, gatas de ojos que besen sin morder, gatas que arañen la espalda sin dañar el corazón. Gatas que hagan vibrar las vidas que le quedan sin robarle ninguna, que sepan amarle sin hacerle morir de amor.

viernes, 10 de junio de 2011

Quedarse sin pétalos a golpes de primavera.

Detesto a los novios de Nora. Con esos cabrones siempre es la misma historia; llegan de repente, y yo noto por cómo la miran que les gusta su forma de mover los labios al hablar. Poco a poco ella les engancha, y cuando se fijan en la graciosa curva de su cintura, se quedan.
Empiezan una relación con ella, Nora se confía y les abre la caja de sus sueños. Y la de su imaginación, y la de su pasado, y la de su presente.
Desde el principio se regala en cada beso, y deja que el contenido de las cajas de su vida baile entre los vuelos de sus faldas de colores.

Desgraciadamente, llega un punto en el que mientras ella sigue regalándoles como si tal cosa los pétalos de su primavera particular, ellos empiezan a besarla de un modo distinto. Y acaban largándose. Con más o menos delicadeza, todos le arrancan un último pétalo y se van.
Yo no puedo soportarlo, ella les da su primavera y ellos, no contentos con no darse por enterados, la entierran en una gran montaña de frío.

Entonces las lágrimas de Nora entran en otoño. De nuevo, siempre es la misma historia, verla marchitándose en cada desayuno.

Pero después de la caida de la última canción que le recuerda al ladrón que se fue, viene el invierno. Un invierno desagradable que, sin embargo, no supone mucho problema; su hielo no es imposible de derretir. El problema de verdad es el que Nora no quiere admitir, que cuando ellos se van, se llevan una parte de ella. La misma que ella decidió darles sin importarle lo que pasara después.

Con la llegada de la nueva primavera de Nora, ella vuelve a florecer. Haya nuevo candidato a odioso novio o no, ella tararea y sonríe. Y le sigue fascinando la nata montada, y es feliz. Pero a pensar de eso yo sé que hay mentira en sus verdades, que cada vez le faltan más pétalos.

De acuerdo, también sé que a ella le gusta quererles. Me lo ha repetido mil veces, pero no puede seguir así. Que no, que no puede jugar de esa manera con las estaciones, porque a este paso se va a quedar sin pétalos.