lunes, 28 de junio de 2010

Y aun no sé cómo te llamas


Estoy segura de que alguna vez has oído una canción que te haya llamado especialmente la atención, que sin saber por qué, te llegó desde la primera vez que la escuchaste.
Las cuatro primeras notas pueden haberte contado una historia en seis segundos, e incluso puede que las dos siguientes consigan que una lágrima tímida se plantee rodar mejilla abajo. ¿Me sigues?
Son ocho segundos, pero sientes algo extraño, tan especial que esa canción ya se ha hecho un hueco en alguna parte de ti.

Bien, pues tú eres esa canción. No sabría explicar lo que te hace diferente, pero quiero que sepas que tu sonrisa son los mejores acordes que he oído jamás.



viernes, 25 de junio de 2010

Lips of an angel

María estaba tirada en su cama, dormida. Dolía no querer seguir mirándola. Ahora sus labios le parecían vulgares y corrientes, y besarlos se había convertido en una rutina mecánica, a veces incluso molesta. Dos años compartiendo momentos con ella para acabar por desterrarla de su corazón...
Realmente estar con ella le asfixiaba, sobretodo cuando pensaba en Elisa.
Elisa... como le gustaría oír su voz. Abrazarla, besarla, jugar con su pelo. Dios, Elisa. Ella le recordaba lo que era sentir un vacío extraño en el estómago al ver una sonrisa especial. Lo que era buscar unos ojos concretos entre la gente. Esperar encontrarla en cada bar. Imaginar un mensaje suyo cada vez que sonaba el móvil. Elisa ocupaba el sitio que en teoría no debería estar disponible. No debería, pero él no podía evitar pensar en ella antes de irse a dormir.

With.out

Llueve, y yo odio la lluvia, ¿sabes? Con todas mis fuerzas. Me hace sentir pequeña, triste... y sola. Muy sola.


Pero no ha sido así desde siempre. No, yo conocía un truco perfecto para escapar de las molestas nubes grises, pero se necesitan dos personas para que funcione...
En fin, a lo que iba, que hubo un tiempo en el que no me importaba que las gotas resbalaran por mis brazos, ellas no eran razón suficiente para llevarse mi sonrisa.

Recuerdo que aquel día hacía bastante frío, y las nubes encapotaban el cielo, justo como ahora. Víctor y yo paseábamos despacio por los jardines de su urbanización, y después de un rato haciendo bromas y burlándonos de la gente que llevaba paraguas, nos apartamos de la acera para llegar a un parque que parecía haber dejado de recibir a las ilusiones de niños pequeños hacía ya mucho tiempo. El sitio no derrochaba felicidad, pero nosotros lo inundamos de ella. Incluso el viejo tobogán descolorido pareció notarlo.
Olía a tierra mojada, y en los charcos las gotas seguían dibujando un alegre zig zag. Estábamos muy juntos, y los dos sonreíamos mientras nos regalabamos una mirada cómplice.
El viento silbó entre las hojas de los árboles, y a mí me recorrió un pequeño escalofrío. Él se quitó su chaqueta e insistió en que me la pusiera. Debía tener una pinta bastante peculiar con mi nueva chaqueta-vestido, porque él rompió a reír y dijo que me tropezaría con las mangas.

Volvió a mirarme mientras pequeñas gotas nubes empapaban mi pelo. Me desconcertó un poco aquella mirada intensa tan intensa, solo acostumbraba a mirarme así cuando creía que yo no le veía, y tuve que esconder la mía en los cordones de mis converse viejas.

- Nunca he besado a Claudia bajo la lluvia. -

Dijo haciendome levantar los ojos.


- ¿Has besado a alguien mientras llovía?

- No.

Lo dijo tan serio que volvió a hacerme reír.

- La verdad es que yo tampoco yo tampoco.

De pronto, mi corazón empezó a acelerarse, y sentí otra vez esa sensación agradable en la tripa. Algunos hablan de mariposas, pero a mi se me parece más al vértigo. Claro que yo tengo mucho miedo a las alturas, y junto a él parecía imposible tener miedo a nada.

- Siempre hay una primera vez. - Continuó con una media sonrisa, y fue entonces cuando me di cuenta de que estábamos realmente cerca.

- Pero este ya no puede ser nuestro primer beso. Tú eres un capullo seductor - dije con otra sonrisa, intentando estabilizar mis latidos - y por lo que respecta a mí ... creo que has llegado demasiado tarde.

- No sé lo que sentirás tú ... pero si me besas, será mi primer beso. Además, está lloviendo, ¿recuerdas?

Victor me cogió por la cintura y acercó su frente a la mía. Sin decir nada más, se quedó quieto durante un minuto que pareció suspenderse en el tiempo. Tenía las mejillas mojadas y sentí su aliento muy cerca de mí. Busqué sus ojos oscuros, que estában ocupados en analizar mis labios, y mientras cerraba los míos susurré "Al menos prométeme que no será el último".
Él aceptó.

¿Recuerdas lo que te dije sobre mi truco contra las tormentas? Es muy sencillo, por si no te has dado cuenta, por encima de las nubes nunca llueve, y con un beso a veces no se hace difícil subir tan alto.


... ¿Quieres oír el final del recuerdo que me visita cada vez que la situación meteorológica se repite? La semana siguiente Claudia tuvo un bonito ramo de rosas en su habitación, y yo me sentí estúpida deshojando margaritas.

Y... Y, !maldita sea!, sigue lloviendo.


Víctor mintió, y yo odio las mentiras, ¿sabes? Con todas mis fuerzas. Me hacen sentir pequeña, triste y... sola. Muy sola.

domingo, 20 de junio de 2010

Verano

Tres dos uno. ¡Cero!

Se acaba el tiempo, otra vez. Otro curso acabado, y un verano que se siente, que rozo con la punta de los dedos.
Y, como siempre, mis ganas de no volver a poner un pie en el instituto son tan tremendamente grandes que la impaciencia me ha hecho tachar las casillas del calendario durante los últimos 37 días. Pero, ¿Y ahora? Solo queda una casilla para llegar al día señalado con un círculo azul, lo que significa que ha llegado el momento de olvidarme de poner equis, olvidar incluso en qué día estoy.

Siempre que empieza un verano me pregunto, ¿Será este El Verano?
Esta vez sé que la respuesta es, indudablemente, ¡Sí!

sábado, 12 de junio de 2010

El epicentro de mi contradicción

Hoy no toca buscar culpables, no los necesito.
No toca odiarte, no voy a perder el tiempo.
Hoy quiero contarte un secreto

¿Quieres escucharlo? Eres lo más cerca que he estado de estar enamorada.
Eres, a la vez, un sueño, una pesadilla y una adicción. ¿Adicta a algo que no pruebo hace siete meses? Sí.
Eres infantil, luz, eres algo importante, diferente.
A veces eres un montón de cosas y otras me da la impresión de que sólo eres lo que yo quiero que seas, que yo te invento.
Pero sea como sea, formas parte de mi fantasía y de mi mundo real.


a veces eres una carga, otras dibujas mis alas
a veces, muchas veces, quiero que te vayas
pero hoy no, hoy toca pedirte que vuelvas.

Sublimación de un corazón

Postulado de Boling; Si se encuentra bien no se preocupe, se le pasará.



Hacía un sol espléndido. Mientras caminaba, Nuria sonreía distraída.

Cuando Mike le dijo que se quedaría estudiando esa tarde, ella le dijo que se consolara pensando que ella estaría haciendo lo mismo, pero le mintió. Fue una de esas mentiras ingenuas, pequeñas y juguetonas, que en realidad no deberían llamarse mentiras; Nuria solo quería darle una sorpresa.

Había comprado dos entradas para el próximo concierto de su grupo favorito, y estaba como loca de contenta, seguro que a Mike le encantaría su idea. Tal vez, cuando viera las dos entradas, volvería a sonreír como lo hacía antes.

A Nuria le encantaba esa sonrisa. Bebía de ella, y cada vez que la veía no podía evitar sonreír ella también, pero hacía un par de semanas que la había perdido de vista.

Como iba con tiempo de sobra, decidió darse una vuelta por el Retiro antes de coger el metro. "El pulmón verde de Madrid", siempre lleno de gente paseando, de familias, de madres con bebés, de jubilados, de parejitas, o de solitarios caminantes que parecen no saber lo que es un reloj dentro de una ciudad que se mueve siempre con prisa. Nuria se unió a estos últimos, aun pensando en Mike.

Mike era genial, simplemente el chico perfecto, por no hablar de lo bonitos que eran sus ojos. Y qué guapo estaba ayer... Sí, iba verdaderamente guapo, con esa camisa a cuadros que le sentaba tan bien.

A lo lejos, vio a una pareja sentada en un banco, y el parecido de la camisa del chico con la de Mike le llamó la atención. Como no tenía un destino fijo, continuó el paseo en su dirección. La camisa era realmente parecida a la de Mike, sí, casi idéntica. Y tan idéntica ¡era él!

Notó que se formaba un caos silencioso en su interior, como cada vez que le veía. Su corazón empezó a bombear un poco más rápido de lo normal y su capacidad de concentración disminuyó casi instantáneamente. Pero esta vez, la sonrisa que solía dibujarse en sus mejillas al verle esperó dubitativa antes de aparecer, ¿qué hacía Mike allí? Se suponía que estaba estudiando matemáticas, ¿no?

Sí, él debería estar en su casa, pero no era así. Y era él, no había ningún error, estaba demasiado cerca como para confundirle con otra persona. Pero, ¿y ella? ¿quién era ella?

Mike, el asquerosamente responsable estudiante, acarició a la chica que estaba sentada a su lado, y le regaló una de las sonrisas que Nuria había visto tantas veces.

Su pulso deceleró hasta casi extinguirse, mientras miraba atónita al presunto mentiroso. ¿Presunto? De presunto nada, le dijo una voz en su cabeza mientras este besaba a su acompañante justo delante de sus narices. No podía creer lo que veía, sus ilusiones, todo su mundo, chocó contra el suelo en un golpe seco, mientras las lágrimas asimilaban la información más rápido que su corazón, y resbalaban por sus mejillas dejando un rastro brillante y ligeramente rosado a su paso.

Por un momento la escena le pareció una sarcástica toma falsa, como si su propio guión se burlara de ella regalándole su papel a una desconocida. Bajó los ojos desconcertada, no pudo seguir mirando. Su mente estaba paralizada, inutilizando a su vez a su cuerpo. No quería, no podía moverse; todas y cada una de sus neuronas estaban demasiado ocupadas en encontrar respuesta a una nueva y a la vez familiar pregunta, ¿Por qué?


viernes, 11 de junio de 2010

Nena, si no apuestas, no ganas

4:04 de la mañana, casa de Mike.

Puertas cerradas, música, alcohol, mucho alcohol.
¿Y en el salón? En el salón, un secreto más.

Las persianas no estaban del todo bajadas, y la luz de las farolas proyectaba circulitos en las paredes de la habitación. Andrew, sentado en el sillón grande, sostenía a Kate entre sus piernas. Lo que quedaba de un cubata se deslizó entre los labios de ella mientras él jugaba con su pelo, enredándolo en tirabuzones.
Kate dejó la copa en el suelo y Andrew se acercó más a ella, rozando con los labios sus mejillas encendidas, tentándola. Poco a poco, la sonrisa de él recorrió su cuello, para después arrastrarse ilícita hasta su boca.

Si Kate hubiera conservado intacta su capacidad analítica, quizás no se habría dejado besar, pero el ron decidió que ese día no tocaba responder ante el sentido común.
Con suavidad, atrapó en labio inferior de él entre sus dientes.
Él se dejó morder mientras dibujada su espalda entre caricias. Su lengua se deslizó en la boca de la chica, y, despacio, tomo parte en su juego nocturno, lanzando los dados y sacando un seis doble.

A veces, un análisis de consecuencias lo echaría todo a perder, ¿no estás de acuerdo?



lunes, 7 de junio de 2010

Play it

Ven, atrévete a cuestionarte lo que de verdad te hace ser feliz.
Sé sincero, ahora que no te oye nadie, ¿Qué harías si no tuvieras miedo?
Te doy diez segundos para contestar, aunque sé que no necesitas tanto tiempo, no es la primera vez que te pones a ti mismo en esta hipótesis.

Seis, cinco, cuatro...

Puede que incluso te dé tiempo a enumerar más de un sueño.

¡Cero!

¿Los tienes? Ahora dime, ¿de verdad merece la pena quedarte parado
delante del borde y no saltar? No.
No sé qué es exactemente lo que has pensado, pero sí sé que deberías dejar formar parte de tu vida a todas esas emociones que te estás prohibiendo.
Olvida a tu sentido común, ¿quieres? Imagina todo lo que podrías ganar si dejas que se pierda.

¿Y si no ganaras? Daría igual. Aprenderías algo nuevo, te levantarías, no te habrías quedado con la duda y por encima de todo,
sabrías que lo intentaste.

Yo soy una cobarde, y ni siquiera he sido capaz de responder a la pregunta que acabo de hacerte. Tengo miedo incluso de contestarme a mí misma, sí. Pero lo que aun no sé es si tengo miedo de perder
... o de ganar.

martes, 1 de junio de 2010

Let it be

Me acerco a ti y te doy dos besos. Esta es una de las pocas veces que cuando digo encantada de conocerte lo hago por algo más que una costumbre, es más, acabas de sonreír y me parece que "encantada" es quedarme corta.
Tienes unos ojos preciosos. Amables, sonrientes ellos también.
Verdes, mágicos.

Me siento a tu lado, y pienso que me encantaría que nos conociéramos desde hace tiempo, que no quedara ningún hielo que romper entre nosotros.
Lo bueno de mis sueños es que los problemas espacio/tiempo quedan sometidos a la voluntad de mi subconsciente, así que, decido que nos conozcamos. Mírame. Vivimos al menos tres vidas juntos en tres segundos. Ya está, ahora somos cómplices. ¿Lo sientes?
Me coges de la mano y me acaricias despacio, aun no has parado de sonreír.

¿Tanta confianza en menos de dos minutos? Es tan sencillo como entender que esto no es del todo real. Aquí no existen esas pequeñas directrices protocolarias que a veces frenan mis pequeñas locuras.
Aquí no hay un qué dirán, ni un sentido común.

Sé que va a sonar el despertador, hay más luz de la cuenta, pero no quiero dejarte atrás.
Entiendes sin preguntarme en qué estoy pensando, y dices
"No voy a dejarte sola, lo sabes. Vuelve cuando quieras, estaré esperándote."
Sin más, has conseguido tranquilizarme, que no mentirías.
Puedo abrazarte, pero prefiero seguir mirándote, me gustaría recordar tu sonrisa cuando me despierte. "Volveré." te digo sin palabras mientras me evaporo poco a poco.