sábado, 12 de junio de 2010

Sublimación de un corazón

Postulado de Boling; Si se encuentra bien no se preocupe, se le pasará.



Hacía un sol espléndido. Mientras caminaba, Nuria sonreía distraída.

Cuando Mike le dijo que se quedaría estudiando esa tarde, ella le dijo que se consolara pensando que ella estaría haciendo lo mismo, pero le mintió. Fue una de esas mentiras ingenuas, pequeñas y juguetonas, que en realidad no deberían llamarse mentiras; Nuria solo quería darle una sorpresa.

Había comprado dos entradas para el próximo concierto de su grupo favorito, y estaba como loca de contenta, seguro que a Mike le encantaría su idea. Tal vez, cuando viera las dos entradas, volvería a sonreír como lo hacía antes.

A Nuria le encantaba esa sonrisa. Bebía de ella, y cada vez que la veía no podía evitar sonreír ella también, pero hacía un par de semanas que la había perdido de vista.

Como iba con tiempo de sobra, decidió darse una vuelta por el Retiro antes de coger el metro. "El pulmón verde de Madrid", siempre lleno de gente paseando, de familias, de madres con bebés, de jubilados, de parejitas, o de solitarios caminantes que parecen no saber lo que es un reloj dentro de una ciudad que se mueve siempre con prisa. Nuria se unió a estos últimos, aun pensando en Mike.

Mike era genial, simplemente el chico perfecto, por no hablar de lo bonitos que eran sus ojos. Y qué guapo estaba ayer... Sí, iba verdaderamente guapo, con esa camisa a cuadros que le sentaba tan bien.

A lo lejos, vio a una pareja sentada en un banco, y el parecido de la camisa del chico con la de Mike le llamó la atención. Como no tenía un destino fijo, continuó el paseo en su dirección. La camisa era realmente parecida a la de Mike, sí, casi idéntica. Y tan idéntica ¡era él!

Notó que se formaba un caos silencioso en su interior, como cada vez que le veía. Su corazón empezó a bombear un poco más rápido de lo normal y su capacidad de concentración disminuyó casi instantáneamente. Pero esta vez, la sonrisa que solía dibujarse en sus mejillas al verle esperó dubitativa antes de aparecer, ¿qué hacía Mike allí? Se suponía que estaba estudiando matemáticas, ¿no?

Sí, él debería estar en su casa, pero no era así. Y era él, no había ningún error, estaba demasiado cerca como para confundirle con otra persona. Pero, ¿y ella? ¿quién era ella?

Mike, el asquerosamente responsable estudiante, acarició a la chica que estaba sentada a su lado, y le regaló una de las sonrisas que Nuria había visto tantas veces.

Su pulso deceleró hasta casi extinguirse, mientras miraba atónita al presunto mentiroso. ¿Presunto? De presunto nada, le dijo una voz en su cabeza mientras este besaba a su acompañante justo delante de sus narices. No podía creer lo que veía, sus ilusiones, todo su mundo, chocó contra el suelo en un golpe seco, mientras las lágrimas asimilaban la información más rápido que su corazón, y resbalaban por sus mejillas dejando un rastro brillante y ligeramente rosado a su paso.

Por un momento la escena le pareció una sarcástica toma falsa, como si su propio guión se burlara de ella regalándole su papel a una desconocida. Bajó los ojos desconcertada, no pudo seguir mirando. Su mente estaba paralizada, inutilizando a su vez a su cuerpo. No quería, no podía moverse; todas y cada una de sus neuronas estaban demasiado ocupadas en encontrar respuesta a una nueva y a la vez familiar pregunta, ¿Por qué?


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