viernes, 11 de junio de 2010

Nena, si no apuestas, no ganas

4:04 de la mañana, casa de Mike.

Puertas cerradas, música, alcohol, mucho alcohol.
¿Y en el salón? En el salón, un secreto más.

Las persianas no estaban del todo bajadas, y la luz de las farolas proyectaba circulitos en las paredes de la habitación. Andrew, sentado en el sillón grande, sostenía a Kate entre sus piernas. Lo que quedaba de un cubata se deslizó entre los labios de ella mientras él jugaba con su pelo, enredándolo en tirabuzones.
Kate dejó la copa en el suelo y Andrew se acercó más a ella, rozando con los labios sus mejillas encendidas, tentándola. Poco a poco, la sonrisa de él recorrió su cuello, para después arrastrarse ilícita hasta su boca.

Si Kate hubiera conservado intacta su capacidad analítica, quizás no se habría dejado besar, pero el ron decidió que ese día no tocaba responder ante el sentido común.
Con suavidad, atrapó en labio inferior de él entre sus dientes.
Él se dejó morder mientras dibujada su espalda entre caricias. Su lengua se deslizó en la boca de la chica, y, despacio, tomo parte en su juego nocturno, lanzando los dados y sacando un seis doble.

A veces, un análisis de consecuencias lo echaría todo a perder, ¿no estás de acuerdo?



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