viernes, 25 de junio de 2010

With.out

Llueve, y yo odio la lluvia, ¿sabes? Con todas mis fuerzas. Me hace sentir pequeña, triste... y sola. Muy sola.


Pero no ha sido así desde siempre. No, yo conocía un truco perfecto para escapar de las molestas nubes grises, pero se necesitan dos personas para que funcione...
En fin, a lo que iba, que hubo un tiempo en el que no me importaba que las gotas resbalaran por mis brazos, ellas no eran razón suficiente para llevarse mi sonrisa.

Recuerdo que aquel día hacía bastante frío, y las nubes encapotaban el cielo, justo como ahora. Víctor y yo paseábamos despacio por los jardines de su urbanización, y después de un rato haciendo bromas y burlándonos de la gente que llevaba paraguas, nos apartamos de la acera para llegar a un parque que parecía haber dejado de recibir a las ilusiones de niños pequeños hacía ya mucho tiempo. El sitio no derrochaba felicidad, pero nosotros lo inundamos de ella. Incluso el viejo tobogán descolorido pareció notarlo.
Olía a tierra mojada, y en los charcos las gotas seguían dibujando un alegre zig zag. Estábamos muy juntos, y los dos sonreíamos mientras nos regalabamos una mirada cómplice.
El viento silbó entre las hojas de los árboles, y a mí me recorrió un pequeño escalofrío. Él se quitó su chaqueta e insistió en que me la pusiera. Debía tener una pinta bastante peculiar con mi nueva chaqueta-vestido, porque él rompió a reír y dijo que me tropezaría con las mangas.

Volvió a mirarme mientras pequeñas gotas nubes empapaban mi pelo. Me desconcertó un poco aquella mirada intensa tan intensa, solo acostumbraba a mirarme así cuando creía que yo no le veía, y tuve que esconder la mía en los cordones de mis converse viejas.

- Nunca he besado a Claudia bajo la lluvia. -

Dijo haciendome levantar los ojos.


- ¿Has besado a alguien mientras llovía?

- No.

Lo dijo tan serio que volvió a hacerme reír.

- La verdad es que yo tampoco yo tampoco.

De pronto, mi corazón empezó a acelerarse, y sentí otra vez esa sensación agradable en la tripa. Algunos hablan de mariposas, pero a mi se me parece más al vértigo. Claro que yo tengo mucho miedo a las alturas, y junto a él parecía imposible tener miedo a nada.

- Siempre hay una primera vez. - Continuó con una media sonrisa, y fue entonces cuando me di cuenta de que estábamos realmente cerca.

- Pero este ya no puede ser nuestro primer beso. Tú eres un capullo seductor - dije con otra sonrisa, intentando estabilizar mis latidos - y por lo que respecta a mí ... creo que has llegado demasiado tarde.

- No sé lo que sentirás tú ... pero si me besas, será mi primer beso. Además, está lloviendo, ¿recuerdas?

Victor me cogió por la cintura y acercó su frente a la mía. Sin decir nada más, se quedó quieto durante un minuto que pareció suspenderse en el tiempo. Tenía las mejillas mojadas y sentí su aliento muy cerca de mí. Busqué sus ojos oscuros, que estában ocupados en analizar mis labios, y mientras cerraba los míos susurré "Al menos prométeme que no será el último".
Él aceptó.

¿Recuerdas lo que te dije sobre mi truco contra las tormentas? Es muy sencillo, por si no te has dado cuenta, por encima de las nubes nunca llueve, y con un beso a veces no se hace difícil subir tan alto.


... ¿Quieres oír el final del recuerdo que me visita cada vez que la situación meteorológica se repite? La semana siguiente Claudia tuvo un bonito ramo de rosas en su habitación, y yo me sentí estúpida deshojando margaritas.

Y... Y, !maldita sea!, sigue lloviendo.


Víctor mintió, y yo odio las mentiras, ¿sabes? Con todas mis fuerzas. Me hacen sentir pequeña, triste y... sola. Muy sola.

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