Miercoles por la tarde. Llueve. No, no hay nada que hacer. Nada, pero seguro que hay algo mejor que esperar. Emma lo sabe, y como de costumbre oye a lo lejos el eco de una voz molesta que se dedica a recordarselo desde algún rincón de su maltratado sentido común "Apartate del telefono, no va a volver a llamar."
Pero ayer llamó. Ayer, después de dos meses sin dar señales de vida, apretó una estúpida tecla verde, y con ese sencillo gesto y dos frases atrapó de nuevo a la tonta de siempre.
A la que no sabe decir que no, y aún peor, no quiere decirlo.
Y los minutos pasan, las gotas siguen deslizándose por el cristal y su CD favorito repite una y otra vez las mismas pistas, de la primera a la última y vuelta a empezar.
Y Emma no puede despegarse del telefono. Javier es la peor de sus debilidades.
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