jueves, 23 de diciembre de 2010

Y cada vez que la ves, es la primera.

Ayer Diego le preguntó a Marta qué se siente cuando te enamoras.

Ella sonrió y le dijo que la sensación se puede comparar con el vuelo de una libélula. Que, de repente, esa persona pasa a tu lado y te quedas suspendido el tiempo, como cuando una libélula detiene su vuelo frenético para aletear cerca de una flor. Cuando esa persona deja de mirarte, tu corazón se reanima, latiendo mucho más rápido que antes, bombeando amor a cada una de tus células. Y entonces, como la libélula que se agita en tu interior, corres muy deprisa hasta que la alcanzas.

Diego y yo la mirábamos con los ojos brillantes.

- ¿Y luego qué, Marta?

- Luego nada, simplemente esa persona sonríe... y para tu mundo otra vez, con una sacudida tan fuerte y a la vez tan dulce que no te queda ninguna duda de que es para siempre.

2 comentarios:

  1. El amor siempre descoloca. Es fuerte y marea un poco, pero es el mejor mareo que se puede tener, aunque tengas ganas de vomitar :P

    ¡Te sigo!

    ResponderEliminar
  2. Es así, tal cual. Sacudidas al corazón que van y vienen..

    ResponderEliminar

A tí también te haría ilusión que te dejaran un comentario, ¿no? :)