Ganas de besar, de dejar de mentir, de bailar, de olvidar, de largarse montado en una estrella fugaz, de todo menos de tener que seguir aparentando que cuando Marta se largó a él no le importó nada.
Y música, música alta que le sugiere que se deje arrastrar por una copa de facilidad, y el suelo que vibra contagiado por el enorme altavoz. Y sentimientos por organizar, un origami de conclusiones descolocadas, de recuerdos camuflados por el humo del cigarro de la chica de al lado.
Entonces, una sonrisa radiante le invita y él se deja robar eso que llaman control, dejando atrás explicaciones que dar y problemas a los que plantarles cara. Un tequila, y otro, y otro más, y el limón que los endulza es menos ácido que sus recuerdos.
Los recuerdos ácidos corroen tus pensamientos y te impiden sentir las ganas.
ResponderEliminarUn besito muy fuerte.
Mientras te queden ganas de dejarlos atrás...
ResponderEliminarIgualmente :)
mmm...ya lo dices tu, los soñadores de verdad...jamás dejaremos de hacerlo...!:)
ResponderEliminargracias por pasar por mi blog!:)
ánimo con el blog, te sigo!:D
muuuah