miércoles, 5 de mayo de 2010

Si no siento el roce de tu cuerpo junto a mí

Mia no tiene nada que hacer. Bueno, sí, debería estar estudiando, pero considera que tiene mejores cosas en las que perder el tiempo.
Coge su cuaderno gris, y se pone a leer lo que escribió la noche anterior.


Eva está tumbada en el sofá, viendo el final de una de esas películas románticas que te hacen llorar. A veces, y esta es una de esas veces, las películas, como las canciones, hacen que te pares a reflexionar.
Que te des cuenta de que has cometido un error, y de que aunque no lo quieras admitir, eso te duele. De que lo que está estropeado, podría arreglarse dejando atrás el orgullo, que al fin y al cabo, también puede hacernos débiles.
Y aun llorando, piensa que le echa de menos. Mucho. Más que antes.
Y se lo dice, ¿por qué no? "Te echo de menos". Mensaje enviado.
Ya no hay vuelta atrás, pero ella no necesita volver a atrás, ¿para qué?
Sabe que esto es un nuevo principio. Que es el paso que no se había atrevido a dar, y que por fin ha superado.
Solo espera que no sea demasiado tarde.



A Mia le encantaría ser tan valiente como acostumbra a escribir que es.
Pero no, ella se esconde tras otro nombre, tras un montón de frases, de textos en los que dice lo que no sería capaz de decir en la vida real.
Y le da rabia descubrirse cobarde, pero no es capaz de cambiar. No puede, no encuentra la fuerza suficiente para reordenar sus esquemas y gritar, vivir, querer, reconocer que quiere...
¿Y, de dónde se saca el poder para decir hoy juego, hoy gano?
No lo sabe, y sigue leyendo, sigue siendo la misma cobarde de siempre.

Mia se equivoca, porque la vida está hecha para los valientes.

1 comentario:

  1. A menudo pienso que el mundo no acepta a quien no lo quiere conquistar. Es cierto, en cierta medida la vida está hecha para valientes. me imagino un mundo para también que no son valientes, para esos otros olvidados.

    Saludos

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