sábado, 22 de mayo de 2010

No hay sitio para los dos

Estoy asustada, creo que he estropeado tu recuerdo. ¿Crees que se puede hacer eso?
Probablemente el problema haya sido el exceso de uso.

Por las noches es cuando más abusaba de su consumo. No quería sentirme sola, y me emborrachaba de ti. Te perfeccionaba, te pintaba, cambiaba las cosas que habías dicho por las que me habría gustado oír. A veces, imaginaba que volvías, que me abrazabas hasta que me quedaba dormida.
Pero los días se me hacían eternamente largos. Cada vez tenía más mono de tí, y eso me hacía estar de muy mal humor. No tenía tiempo para cerrar los ojos e inventarte, así que me enfadaba, arrugaba tu recuerdo, tanto que al mirarlo parecía que fingías cuando me besabas, que tus abrazos eran sospechosamente cortos. Me hacía sentir idiota, y le pegaba patadas hasta sacarte de mi cabeza.

De tanto manosearlo, se ha desgastado. Se ha desgarrado, y ya no puedo leerlo.
Ya no sé quién eres, si el chico cariñoso que me hacía sonreír o el imbécil que se largó sin importarle dejarme tirada. Ya no te conozco.

Y ahora ... ahora quiero pisotearlo, acabar con lo que queda de él, porque ya no eres tú.

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