viernes, 13 de agosto de 2010

Never up to me

Él siempre va el primero; Es una constante, una verdad universal que no creo que consiga cambiar jamás. Nunca me escucha, no atiende a razones; No te puedes imaginar lo cabezota que puede llegar a ser.
Lo peor es que es un completo desorden, siempre perdiendo las llaves. Mira que le tengo dicho que no deje entrar a nadie...
Pero no hace caso, es como un niño pequeño, tanto por irresponsable como por goloso. Adora el humo nocivo de las palabras dulces que se pueden susurrar.
Bueno, y por si fuera poco, es temerario hasta decir basta; Tiene por costumbre precipitarse al vacío antes de calcular distancias. Se ha tropezado tantas veces con su imprudencia que yo creo que ya está aprendiendo a levantarse él solito.
Al fin y al cabo, es su culpa ser el pupas, si me diera tiempo para analizar la situación antes de saltar, no nos iría tan mal. Pero no, él nunca me deja tiempo para planificar nada, y mucho antes de que mi cabeza haya acabado con los proos y los contras él ya se ha vuelto a enamorar.
Sí, es obvio que a veces me desespera, pero qué le vamos a hacer, a fin de cuentas si él decide parar, parámos los dos.
Aunque después de lo de ayer lo que me extraña es que no lo haya hecho ya; cuando les ví, él se desequilibró y se cayó, pero creo que aún no ha tocado el suelo... Bueno, no importa, no puede estar muy lejos, sigo oyéndole latir.

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